Ya es primavera y un montón de punkis han florecido en Friedrichshain, un animado barrio en Berlín del Este. Cerca de casa hay varias casas okupas que no tenían mucha vida en invierno, pero con la llegada del buen tiempo decenas de cabezas con crestas de colores, piercings, y tatuajes han salido a las calles. Parece que esto debería alterar el ambiente de la ciudad, ¿verdad? ¡Encontrarnos por la calle con gente diferente...! Nada más lejos de la realidad. Una de las cosas por las que Berlín llama la atención es por la libertad que se respira a la hora de vestir y “decorarse uno mismo”. Aquí cada uno va por la calle como le apetece y nadie critica ni juzga. Al menos en voz alta. Y tengo que decir que aquí hay gente muy raruna y se ven estilos de lo más variopintos. Tenemos a los punkis, sí. Pero también tenemos a un buen número de gente cuya manera de vestir no evolucionó a partir de la moda de los 70 o de los 80 o de los 90. Sin pretensiones "hipsters" ni “vintage”. Simplemente gente que se estancó.
Los hipsters también abundan en esta ciudad. Tenemos
hipsters normales, de esos que llevan ropa de segunda mano a juego con gafas de
sol que son el último “garraxi” de la moda, y hipsters pasados de rosca, como los
que van con su tetera de porcelana clásica de litro y medio a tomar té a la
orilla de un canal y creen que alguen piensa que es lo primero que han pillado
por casa. Luego tenemos un grupo de gente que no le da importancia a la ropa y
viste con ropa extremadamente poco favorecedora que ni siquiera es de su talla,
cosa que a veces dificulta el saber si el sujeto en cuestión es un hombre o una
mujer. Aunque ¿a quién le importa eso? En serio, si visitáis Berlin, mi consejo
es que os montéis en el metro o tren (cuanto más tarde, mejor) y observéis.
Veréis gente que va despampanante, gente con corsés de cuero
y botas altas, gente a la que le gusta ir permanentemente vestida de Hallowen, gente de 50 o 60 años que aún mantienen looks roqueros,
casi agresivos, que no dejan de llamar la atención. Especialmente en señoras.
De calzado también hay mucha variedad: gente que decide ponerse zapatos
diferentes, calcetines diferentes, medias rotas, no rotas, gente que decide no
ponerse zapatos… Y los estilos de pelo…como para escribir un libro. Calvos con
4 pelos grasientos que deciden lucirlos con una trenza, cabezas rapadas, parcialmente
rapadas, rapadas en forma de motas, tatuadas por completo, pelos rojos,
morados, verdes, azules, piercings en la cabeza… las posibilidades son infinitas,
y cuanto más tiempo pasa uno en el tren, más le pueden llegar a sorprender. El
mejor entretenimiento de todo Berlín. Eso sí. El respeto es máximo. ¡Así sí que se puede!