viernes, 22 de abril de 2016

Looks de Berlín




Ya es primavera y un montón de punkis han florecido en Friedrichshain, un animado barrio en Berlín del Este. Cerca de casa hay varias casas okupas que no tenían mucha vida en invierno, pero con la llegada del buen tiempo decenas de cabezas con crestas de colores, piercings, y tatuajes han salido a las calles. Parece que esto debería alterar el ambiente de la ciudad, ¿verdad? ¡Encontrarnos por la calle con gente diferente...! Nada más lejos de la realidad. Una de las cosas por las que Berlín llama la atención es por la libertad que se respira a la hora de vestir y “decorarse uno mismo”. Aquí cada uno va por la calle como le apetece y nadie critica ni juzga. Al menos en voz alta. Y tengo que decir que aquí hay gente muy raruna y se ven estilos de lo más variopintos. Tenemos a los punkis, sí. Pero también tenemos a un buen número de gente cuya manera de vestir no evolucionó a partir de la moda de los 70 o de los 80 o de los 90. Sin pretensiones "hipsters" ni “vintage”. Simplemente gente que se estancó. 


Los hipsters también abundan en esta ciudad. Tenemos hipsters normales, de esos que llevan ropa de segunda mano a juego con gafas de sol que son el último “garraxi” de la moda, y hipsters pasados de rosca, como los que van con su tetera de porcelana clásica de litro y medio a tomar té a la orilla de un canal y creen que alguen piensa que es lo primero que han pillado por casa. Luego tenemos un grupo de gente que no le da importancia a la ropa y viste con ropa extremadamente poco favorecedora que ni siquiera es de su talla, cosa que a veces dificulta el saber si el sujeto en cuestión es un hombre o una mujer. Aunque ¿a quién le importa eso? En serio, si visitáis Berlin, mi consejo es que os montéis en el metro o tren (cuanto más tarde, mejor) y observéis. 


Veréis gente que va despampanante, gente con corsés de cuero y botas altas, gente a la que le gusta ir permanentemente vestida de Hallowen, gente de 50 o 60 años que aún mantienen looks roqueros, casi agresivos, que no dejan de llamar la atención. Especialmente en señoras. De calzado también hay mucha variedad: gente que decide ponerse zapatos diferentes, calcetines diferentes, medias rotas, no rotas, gente que decide no ponerse zapatos… Y los estilos de pelo…como para escribir un libro. Calvos con 4 pelos grasientos que deciden lucirlos con una trenza, cabezas rapadas, parcialmente rapadas, rapadas en forma de motas, tatuadas por completo, pelos rojos, morados, verdes, azules, piercings en la cabeza… las posibilidades son infinitas, y cuanto más tiempo pasa uno en el tren, más le pueden llegar a sorprender. El mejor entretenimiento de todo Berlín. Eso sí. El respeto es máximo. ¡Así sí que se puede!

lunes, 18 de abril de 2016

Nada más aterrizar es tiempo de búsquedas y papeleos

Tengo la gran suerte de no tener que buscar un piso en Berlín, así que sobre esa experiencia que dicen que es bastante complicada, no puedo contar nada. Sin embargo, sí que puedo hablar largo y tendido de papeleos, burocracia y otras cosas del estilo. Pero escribo esto para no aburrirme y estos temas no ayudan. Para esas cosas recomiendo que visitéis páginas de internet que están super bien, como: http://berlunes.com/ o http://oficinaprecariaberlin.org/. Pero en este blog lo que yo quiero es dar una visión general (y subjetiva) de cómo son las cosas aquí. Y empiezo por contar mi aterrizaje en Berlín. Debo admitir que algún tipo de alineamiento planetario ocurrió para que, llegando un viernes a la ciudad, el lunes siguiente ya estuviera empadronada y el martes ya estuviese en clase de alemán. Pim pam pum. Bonito idioma el alemán, aunque ya hablaremos de ello. Lo que pasa es que los planetas se alinean a veces pero no hacen papeleo, y el tema de trasladar el paro e inscribirse a la oficina de empleo, pues es un tema. Sobre todo cuando la burocracia alemana tiene como norma no hablar en inglés para asegurarse de que te dan toda la información correctamente... Que me digo yo, que aunque te la den correctamente, si uno habla alemán como un indio jau, lo que uno acaba entendiendo no será muy correcto... Pero quién soy yo para criticar políticas lingüísticas. Su idioma es el alemán y al resto nos toca apechugar. Y concentrarse hasta sudar en una de esas citas burocráticas. Y eso que ayuda hay. Solidaridad proveniente tanto de particulares como de asociaciones. Me gustaría mencionar especialmente a una asociación que está funcionando muy bien: http://www.la-red.eu/ así como decir que hay muchas páginas de facebook dedicadas a extranjeros que viven en Berlin. Lo que está claro esque toda ayuda es bienvenida cuando una llega a un país nuevo y todo está por hacer. Tonterías como abrir una cuenta bancaria o informarse sobre los seguros de sanidad se pueden volver tareas complicadas, sobre todo si, como yo, se llega a Berlín sin hablar nada de alemán. Otro tema es buscar trabajo... y eso es algo que requiere mucho más que rellenar un formulario. Buuuuf, ¡de la búsqueda de trabajo os hablaré otro día! Antes me gustaría hablar de la gente y el ambiente que se percibe en esta ciudad. Os hago un adelanto: gente sedienta, coloreada, tatuada, rapada...¡diferente! En el próximo post, ¡prometido!

viernes, 15 de abril de 2016

El Aterrizaje



Me gusta viajar en avión. A poder ser pocas horas. Y a poder ser que me dejen dormir. Pero, ¿miedo? No. El miedo solo se me nota en alguna turbulencia más fuerte de lo normal. Sin embargo, antes de aterrizar en Berlín sí que tuve miedo. Mucho. Ciudad nueva, gente nueva, nuevo idioma… acojoning total, que diría aquél. ¿Y quién no tendría un poco de miedo? Al fin y al cabo a los alemanes no se les conoce por su simpatía… Pero este primer post trata sobre ese miedo que no es puro, sino que es una mezcla de emoción, nervios, ilusión y sensación de estar metiendo la pata hasta el fondo. Ese batiburrillo de cosas que se sienten al empezar un nuevo proyecto, una nueva etapa o un nuevo desastre nuclear. Quién sabe. Pero lo importante para mí es esa sensación de exprimir la vida, de no conformarse con la rutina y atreverse a cambiar. Con lo bien que estaba yo en el sillón de mi casa ¿verdad? Eso me digo yo a veces, pero ya habrá tiempo para eso. Ahora es tiempo de aventuras. Aterrizamos en Berlín.